Experimentando la libertad
Ves inmóvil como el radiante sol empieza a despuntar e ilumina de un tono anaranjado el ambiente.Mientras el suave viento sur pasa por tu cara, escuchas de fondo el enérgico rugir de las olas. Te diriges hacia la orilla y observas como la poderosa energía del mar se transforma en una serie de olas ordenadas; sin darte cuenta, la gélida agua del Cantábrico ya está tocando tus pies. Respiras hondo, te armas de valor y te lanzas al agua; te pones a remar constantemente y con ímpetu, pero por un tiempo parece que no avanzas.
Y de repente lo que a lo lejos parecía solo una ola, se convierte en un monstruo gigante que se alza dos o tres metros por encima de tu cabeza, rápidamente coges aire e intentas sumergir con todas tus fuerzas la tabla, pero ya es demasiado tarde, la fuerza de la ola te golpea. Aguantas la respiración mientras te revuelcas en la enfurecida ola, el tiempo se alarga en ese inquietante silencio, parece que nunca vas a poder subir a la superficie; pero cuando ya consigues salir, te subes a la tabla y con un subidón de adrenalina te pones a remar como un poseso para alcanzar la cresta de la siguiente ola.
Ves como la ola se va acercando y se va haciendo más grande y más perfecta, cuando ya está lo suficientemente cerca te das la vuelta y te pones a remar con todas tus fuerzas en la misma dirección de la ola. Notas que su fuerza te empieza a empujar, y cuando estás en la parte más alta, de un ágil salto te pones de pie y rápidamente te deslizas por su empinada pared. En ese momento solo queda dejarte llevar y experimentar la libertad de estar solo tú y el océano.
Íñigo U.
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